domingo, 27 de mayo de 2007


Era un delgado hombre de mas o menos 24 años, aunque parecía querer aparentar ser mayor por su forma de caminar y de gesticular, su vitalidad evidenciaba su juventud.
Estaba vestido con camisa de oficina y pantalones de jeans, traía una pesada mochila y asomaba una mirada tímida entre su llovido pelo fino y castaño.
Habló con una voz firme pero amable, parecía nervioso, apuraba sus respuestas y evitaba manifestaciones en sus ideas. Más que correcto y fácil de tratar se dió naturalmente a la charla.
Hablamos mucho casi impulsados por una corriente verborragica espontanea en la que descubrimos, sorprendentemente, coincidencias sobre intereses poco comunes que ambos guardabamos celosamente.
Extrañamente Fernando parecia conocer la exótica mitología que solia fascinarme y ser preso de la misma pasión por lo etereo y sobrenatural, la literatura, el cine, la gráfica, lo lúdico y lo fantástico.
Este especial ser, sin yo sospecharlo, me acompañaría en el futuro, por una travesía de mundos mágicos pero terrenales y catapultaría mi realidad cotidiana a las mas inpensable de las aventuras, llenas de abismos y riscos que jamás me hubiera animado a emprender sin contar con su incondicional apoyo.
gracias por hacer lo impensable concreto, y lo concreto fantástico y lo fantástico cotidiano y lo cotidiano realmente único.